Por Julieta Ogando
Chiachio & Giannone
Colección AMALITA
4 feb 2025
El museo doméstico, la historia tejida y la familia expandida
Cada puntada es un acto de resistencia. Cada retazo, una historia injertada en otra. Vivir sus vidas, la primera antológica de Chiachio & Giannone en la Colección Amalita, no solo revisa dos décadas de producción del dúo, sino que nos empuja a desarmar las estructuras con las que miramos la historia, la familia y el arte. Desde su irrupción en la escena argentina, su obra ha desbordado el lenguaje pictórico y se ha apropiado de un medio históricamente relegado: el textil. Un territorio donde la tradición y la disidencia se encuentran en cada costura.
En un mundo donde las imágenes tienden a homogeneizarse, el trabajo de Chiachio & Giannone se resiste a la simplificación. No hay minimalismo, no hay sutilezas, no hay vacíos. Su obra es todo lo contrario: una saturación de signos, texturas y referencias que desbordan cualquier intento de clasificación. En Vivir sus vidas, el espacio expositivo se convierte en una trama expandida donde las filiaciones se construyen a partir de la afinidad y no de la sangre. En este recorrido, no solo exhiben sus textiles y mosaicos bordados, sino que también pone en escena su forma de pensar el arte: como un ejercicio de apropiación, acumulación y (re)conexión con la historia de las imágenes.
Las categorías convencionales de la historia del arte han establecido un canon en el que el textil ha sido un arte menor, un oficio decorativo, un anexo del diseño. Sin embargo, al observar el recorrido de esta muestra, es imposible no pensar en Griselda Pollock y su crítica al sistema que excluyó sistemáticamente a artistas y prácticas que no encajaban en la construcción hegemónica del arte. En sus obras, Chiachio & Giannone expanden el textil desde su propia materialidad: en la trama del bordado tejen genealogías queer, referencias históricas y apropiaciones culturales que convierten cada pieza en una narrativa en tensión.
Chiachio & Giannone plantean un desajuste sistemático con la tradición desde el punto de vista de la historia del arte. Su “museo portátil” no distingue entre las bellas artes y la artesanía, entre la pintura y el textil, entre la tradición europea y el arte popular latinoamericano. En este sentido, su obra dialoga con la idea de historia de larga duración que propone T.J. Clark: una historia del arte no lineal, no jerárquica, donde las imágenes no evolucionan de lo primitivo a lo refinado, sino que se expanden en múltiples direcciones. En El viejo mundo, la sala de resonancias barrocas dentro de la exposición, esta lógica se vuelve evidente: Pompeya y la Bauhaus conviven con la iconografía queer y el paisaje del norte argentino, en una alquimia visual donde todo está en tensión y nada es accesorio.
La puesta en escena de la muestra amplifica esta sensación de desborde: estructuras de biombo dejan entrever lo que vendrá, cortes en las paredes revelan fragmentos de las salas contiguas, distintos niveles y recorridos invitan a abandonar la linealidad expositiva. La ansiedad del visitante frente a una muestra de esta magnitud se disuelve en la posibilidad de mirar, volver atrás, espiar desde otros ángulos. En este gesto arquitectónico resuena la idea de lo informe en la escultura, analizada por Krauss y Bois: la obra no es un objeto cerrado, sino una experiencia que se despliega en el espacio y se rehace en cada mirada.
Pero la propuesta de Chiachio & Giannone no es solo formal. Su trabajo está atravesado por una exploración de la identidad que, lejos de fijarla, la convierte en un juego performático de multiplicaciones. En sus retratos bordados, la pareja no solo se representa a sí misma: se travisten, se transfiguran, se insertan en genealogías que desbordan la norma. En Lazos de familia, lo personal se vuelve político al recuperar el linaje de artistas de la disidencia sexual en Argentina. Esta estrategia recuerda la lógica del devenir en Deleuze: no hay una identidad fija, sino un continuo movimiento de transformación. No se trata de representar “lo queer”, sino de encarnarlo en la materialidad misma de la obra.
En Lazos de familia, la idea de genealogía se expande aún más. La serie Familia a seis colores se convierte en una microhistoria del arte queer argentino, desplazando el concepto de herencia más allá de la biología o la sangre. La familia es una decisión, un ensamblaje, un linaje elegido. La pieza, además, nos remite a la teoría de Roland Barthes: ¿dónde está el punctum en estas imágenes? ¿En los cuerpos que habitan la obra, en la elección de sus referencias, en la identidad multiplicada en cada puntada? La representación no se limita a lo visible: lo que se elige bordar y lo que se oculta son decisiones de sentido. En este caso, la selección de artistas, las citas visuales y los retratos expanden la idea de la familia en el campo del arte y su historia.
El texto que acompaña la muestra menciona a Alois Riegl y su estudio sobre la persistencia de los ornamentos en la historia del arte. Pero si en Riegl la ornamentación es un impulso espiritual universal, en Chiachio & Giannone se vuelve un acto de resistencia. En una época donde la estética dominante es la de la economía visual y la depuración de signos, su barroquismo es político. Es un gesto contra la asepsia del arte contemporáneo, contra la idea de que lo “serio” debe ser sobrio y lo “importante” debe ser conceptual. Aquí, lo importante es lo excesivo, lo abigarrado, lo que desborda los marcos del buen gusto.
Desde esta perspectiva, Vivir sus vidas es un desafío al sistema del arte: no busca insertarse en una narrativa establecida, sino reescribir las formas en que miramos, recordamos e imaginamos el futuro. En sus bordados, el pasado y el presente se fusionan sin jerarquías, proponiendo un archivo afectivo donde la historia del arte no es un relato de genios individuales, sino una red de influencias, apropiaciones y contagios. En su mundo, los bordados coloniales dialogan con el pop, las imágenes religiosas se mezclan con la estética kitsch, la historia del arte deja de ser un museo estático para convertirse en un carnaval donde todo puede reinventarse.
Historia, cita y herejía: el arte textil como desobediencia
El diálogo con la historia es constante en la muestra. La sección El viejo mundo es quizás la que mejor pone en crisis los relatos dominantes: a través del mosaico textil, Chiachio & Giannone reconfiguran la historia del arte occidental, la desmontan y la mezclan con referencias inesperadas. Pompeya y la Bauhaus conviven con el paisaje andino; San Sebastián se resignifica en clave disidente; las convenciones del tapiz europeo se contaminan con ornamentos latinoamericanos. Lo que a primera vista parece un pastiche, en realidad responde a una lógica de apropiación crítica. Como diría Walter Benjamin, estas obras se mueven en la delgada línea entre la reproducción y la subversión. No imitan, sino que transforman.
Es imposible no pensar en el estudio sobre la ornamentación de Alois Riegl: para él, la persistencia de los motivos decorativos a lo largo de la historia no es aleatoria, sino que responde a una necesidad profunda, casi espiritual, de la humanidad. En esta exhibición, el ornamento es tanto un refugio como un arma. La potencia visual de las obras de Chiachio & Giannone se sostiene en esta investigación minuciosa sobre formas, patrones y estilos, pero también en su capacidad de desplazarlos y reconfigurarlos.
Esta operación se vuelve aún más radical en Autorretratos rococó, donde la apropiación del lenguaje pictórico del siglo XVIII nos lleva directamente a Duchamp y su L.H.O.O.Q.. Sin embargo, a diferencia del gesto dadaísta, que desafiaba el aura de la obra de arte desde la burla, aquí hay un desplazamiento afectivo. Chiachio & Giannone no desacralizan para destruir, sino para habitar. Se insertan en la historia del arte no como intrusos, sino como legítimos ocupantes de un espacio que les había sido negado.
Museo Piolín: el museo como parodia y afecto
En el marco de esta lógica de desplazamiento, el Museo Piolín se presenta como un gesto que subvierte la institución museística desde la ternura. Un museo en miniatura, con sus propias reglas y condiciones, que juega con la idea de lo coleccionable, lo curatorial y lo oficial. Aquí, la relación entre arte y afecto es literal: la colección crece en torno a la figura de Piolín, el perro de la pareja, y cada obra debe ajustarse a su mundo. En este gesto hay una ironía evidente, pero también una declaración sobre los modos en los que el arte se legitima.
Si el museo tradicional impone su autoridad a través de la historia del arte oficial, el MUPI lo hace a través del amor. Y, como toda institución, tiene su propia burocracia: el Memorandum de Entendimiento entre Piolín y sus representantes convierte lo lúdico en protocolo, lo afectivo en estatuto. En esta parodia del sistema museístico, resuena la crítica de Walter Benjamin a la noción de aura y autenticidad en el arte: ¿quién decide qué merece ser exhibido? ¿Cuáles son los criterios que definen la importancia de una obra? ¿Es la firma del artista, el linaje de la institución o, en este caso, el consentimiento expreso de Piolín?
Bordar lo visible, destejer lo normativo
Chiachio & Giannone no están interesados en lo sublime, ni en lo puramente decorativo. Su arte es una celebración de la imagen como campo de batalla, donde las identidades se construyen y reconstruyen sin cesar. En su universo de puntadas y texturas, el arte no se contempla pasivamente: se habita, se transfigura, se encarna.
Tal vez, en tiempos de estetización algorítmica y discursos puritanos sobre la función del arte, Vivir sus vidas nos recuerda algo esencial: que el arte no está hecho para tranquilizarnos. Está hecho para bordar mundos posibles, aunque para eso haya que desarmar todas las costuras de la historia.
La obra de Chiachio & Giannone pone en crisis los relatos establecidos sobre la historia del arte, la familia y la identidad. Bordar es también un acto de escritura, una forma de marcar el tiempo en la materialidad, de inscribir una narrativa en el tejido del mundo.
En un contexto en el que el arte textil ha sido históricamente marginado dentro de la historia del arte occidental, su trabajo desafía los límites entre lo decorativo y lo pictórico, lo doméstico y lo institucional, lo individual y lo colectivo. Desde la recuperación de genealogías queer hasta la reescritura de la historia del arte con hilos y aguja, Vivir sus vidas es, en última instancia, un manifiesto visual sobre el derecho a existir en los espacios que nos han sido negados.
Nuestro mundo sigue obsesionado con los grandes nombres y las narrativas canónicas, pero Chiachio & Giannone nos recuerdan que la historia del arte no es un relato lineal, sino un tejido en constante transformación.
Y que siempre podemos deshacer los hilos y volver a empezar.