Por Julieta Ogando
Ignacio de Lucca
Recoleta
10 abr 2024
Desde mi primera visita a la galería Palatina en 2012, donde me encontré con las obras de Ignacio de Lucca, su arte ha resonado conmigo de una manera profundamente personal. Su muestra Arborescencias de aquel entonces, me fascinó por su habilidad única para entrelazar naturaleza y narrativa, capturando la esencia de la vida y sus intrincadas conexiones a través de sus distintivas técnicas pictóricas.
A veces, el arte nos invita a trazar mapas no de lugares, sino de emociones y experiencias, como me sucedió al descubrir sus Cartografías Emocionales.
La nueva serie de De Lucca se aleja de la narrativa explícita de sus paisajes anteriores y nos sumerge en una dimensión espacial donde la mancha y el gesto se convierten en los verdaderos protagonistas de la tela. Aquí, cada pieza se convierte en una ceremonia privada, donde el artista, en un proceso meditativo, nos comparte una visión que va más allá de la imagen, invitándonos a reflexionar sobre la esencia misma de nuestra percepción.
Este giro conceptual, que comenzó a gestarse en su participación en la residencia “Paintings Edge Program” en California, encuentra su expresión en obras que, con un manejo magistral del tiempo y la materia, nos revelan un paisaje interno transformado por la experiencia y la memoria.
La actual exposición en Galería Tramo es una invitación a experimentar la pintura como un acto de revelación, un espacio donde la demora y la intuición del artista se convierten en la esencia de la imagen. Es un testimonio de cómo la espera puede ser tan significativa como la ejecución en el arte.
Te invito a explorar Cartografías Emocionales, una muestra donde Ignacio de Lucca redefine el acto de pintar como un ritual donde lo consciente y lo inconsciente se alinean, ofreciéndonos un diálogo visual que promete una experiencia estética tan equilibrada como profunda.