Por Julieta Ogando

Tras el Velo de Morfeo

Tras el Velo de Morfeo

Tras el Velo de Morfeo

Lucía Mara, Inés Felici, Rocky Cervini, Juan Tarrab, Jorgelina Buchara, Laura Saskor, Gabriela Grondona, Luisa Lerman, Penny Di Roma, Rocío Barzola, Moma Mozetich

Gachi Prieto Arte Contemporáneo

19 dic 2024

En la inauguración de Tras el Velo de Morfeo, Proyecto PAC reafirma su compromiso con la formación curatorial y artística en el marco del arte contemporáneo. Este seminario intensivo, impulsado por la galería Gachi Prieto, ofrece un espacio de reflexión y práctica que culmina en exhibiciones colectivas, como la presente muestra, donde la curaduría se convierte en un acto de exploración y diálogo. La exposición nos invita a un viaje hacia lo onírico, entrelazando razón y fantasía, luz y sombra.

Tras el Velo de Morfeo es el resultado de un proceso de aprendizaje colectivo, un ensayo curatorial que nos enfrenta a los límites de la realidad y al vasto territorio del inconsciente.

El sueño, como recurso narrativo y conceptual, actúa aquí como un tejido que une las obras. Bajo la curaduría de Belén Miller, Rory Frías y Sol Santich, esta muestra nos lleva al mundo de lo onírico, donde cada obra es un portal que invita al espectador a cuestionarse: ¿qué queda cuando la razón se disuelve? ¿Cómo habitamos lo desconocido dentro de nosotros mismos? Más allá de un tema, lo onírico es el dispositivo que permite abordar las dualidades inherentes al ser: serenidad y caos, lo visible y lo oculto. La propuesta curatorial se sostiene sobre este velo metafórico, explorando cómo el arte puede trascender los límites de la realidad y conectar con lo inconsciente.

Desde las sobreimpresiones fotográficas de Lucía Mara, que desdibujan lo evidente para iluminar lo oculto, hasta los escombros resignificados de Luisa Lerman, que recuperan historias descartadas, la exposición pulsa entre la memoria y la transformación. Cada pieza es una invitación a explorar lo que sucede cuando los márgenes de lo tangible se expanden para incluir lo que normalmente queda fuera de nuestra mirada.

En la obra de Inés Felici, la serie Lo brutal y el silencio nos enfrenta a una tensión simbólica: tramas que revelan lo siniestro a través de composiciones en papel que parecen escenificar trampas, esas instancias donde el equilibrio entre lo seguro y lo peligroso se tambalea. Felici aborda lo vulnerable y lo desconocido con un lenguaje visual que es a la vez cautivador e inquietante. Sus obras, con técnicas mixtas, nos recuerdan que en el silencio también hay ruido, y que las formas aparentemente dóciles pueden esconder una ferocidad latente. Estas piezas refuerzan la propuesta curatorial al explorar cómo lo onírico no solo despliega paisajes interiores, sino que también construye escenarios cargados de simbología, donde lo cotidiano se encuentra con lo perturbador. ¿Qué tan consciente somos de las trampas que creamos o habitamos en nuestra realidad diaria?

En el centro de esta experiencia está el cuerpo, no solo como presencia física, sino también como territorio simbólico. Rocky Cervini, en Los gritos que me habitan, plasma un paisaje interior cargado de tensiones, mientras que Rocío Barzola, con sus textiles teñidos y bordados, revela el cuerpo como un espacio de resistencia y afectividad. ¿Qué nos dicen estas obras sobre la conexión entre lo que sentimos y lo que creamos? ¿Cómo narramos, a través de los materiales, las historias que nuestro propio cuerpo no puede contar?

Las obras de Moma Mozetich y Gabriela Grondona suman nuevas capas a esta narrativa. Mozetich, con sus paisajes áridos en Duelo y El brazo de mi padre es un desierto, convierte el vacío en una declaración visual, mientras que Grondona traduce el cosmos en trazos etéreos que desafían las categorías entre lo terrenal y lo sublime. ¿Cuántas historias caben en un gesto? ¿Cómo transformamos el duelo en creación?

En un registro más material, Jorgelina Buchara y Penny Di Roma enfrentan al espectador con el residuo y la metamorfosis. Buchara, con su instalación Qué clase de clima de la mente es capaz de provocar tal erosión, construye un paisaje de ruinas que nos interroga: ¿qué dejamos atrás cuando avanzamos? Di Roma, por su parte, utiliza desechos inorgánicos para dar forma a nuevas corporalidades, explorando lo posthumano desde lo fragmentado. ¿Qué significan estas obras en un mundo donde la acumulación de residuos parece tan inevitable como nuestra incapacidad para manejarlos?

El relato se completa con las figuras superheróicas de Juan Tarrab, que cuestionan las nociones de éxito y fracaso, y los dibujos de Laura Saskor, que capturan instantes como si fueran fotogramas de una película que nunca se realizará. Estas obras nos recuerdan que el sueño no es solo un lugar de escape, sino también un espacio de creación, donde la lógica del día a día se quiebra para abrir paso a lo posible.

Tras el Velo de Morfeo no solo muestra; nos confronta, nos implica y, finalmente, nos transforma. Es una exhibición colectiva y un laboratorio de ideas. Al integrar las herramientas de la curaduría con las voces únicas de once artistas, la muestra no solo expone, sino que también interroga. Nos obliga a reflexionar sobre las narrativas que construimos en torno al arte y sobre las formas en que esas narrativas se filtran en nuestras vidas. Las once voces artísticas reunidas aquí se convierten en resonancias de un sueño colectivo, cada una aportando su propia materialidad y lenguaje. La muestra se revela como un acto de fe en el poder transformador del arte, capaz de conectarnos con aquello que yace bajo la superficie de la vigilia.

En un mundo marcado por la urgencia y la inmediatez, esta exposición nos invita a detenernos, a mirar más allá del velo y a escuchar los susurros del inconsciente, ¿qué significa detenernos a contemplar lo que está más allá de lo visible? ¿Cómo podemos aprender del sueño, no como un escape, sino como un lenguaje que nos permite articular lo que no podemos decir de otro modo?

Tras el Velo de Morfeo nos ofrece una respuesta posible: el arte, como los sueños, no tiene la obligación de resolver nada. Su función es mucho más poderosa: plantear preguntas, abrir fisuras y recordarnos que, incluso en lo más desconocido, hay algo profundamente humano. Y quizá, como estas obras nos sugieren, en esas preguntas se encuentra la verdadera sustancia del ser.


Esta foto captura el ambiente general del espacio de la feria MAPA durante el evento. El lugar, caracterizado por su arquitectura industrial, está lleno de asistentes que se mezclan y ven las obras de arte. La configuración incluye varias obras de arte exhibidas a lo largo de las paredes blancas de la galería, iluminadas por la iluminación del lugar, contribuyendo a un ambiente vibrante y atractivo.

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