Apr 17, 2025
Julia Méndez: El Color como Forma de Insistir

“Querer acudir en silencio”, lienzo, fotografía y papel 120x100
En las pinturas de Julia Méndez, los colores no ilustran: explotan. No hay voluntad de contención, ni deseo de perfección. Hay un impulso vital que se abre paso entre capas superpuestas de acrílico, fotografía y papel, como si cada trazo necesitara decir algo que el cuerpo aún no puede articular del todo. Querer acudir en silencio (2025) es una obra que se presenta como un campo de tensiones. Sobre la superficie del lienzo, formas en movimiento, manchas viscerales, arquitecturas que apenas se sostienen y cuerpos apenas esbozados conviven en un paisaje donde el caos es también lenguaje. Hay un rojo que late, un azul que serpentea, un amarillo que perfora. Hay un gesto pictórico que no busca ordenar: busca mostrar el desorden interno como parte constitutiva de la experiencia humana.
La obra de Méndez no parte de una búsqueda formal consciente. Como ella misma relata, su acercamiento a la pintura es genuino, espontáneo: un ejercicio de traducción emocional que arrastra su historia personal —la pérdida temprana, la fascinación por el arte observada en sus viajes, el recuerdo de aquellas hojas blancas de impresora cubiertas de rostros distorsionados. Hoy, esos rostros vuelven de otro modo: disueltos, multiplicados en fragmentos de color, atrapados entre líneas y texturas que sugieren más de lo que definen.
Desde su exploración temprana en el dibujo hasta su actual investigación en técnicas mixtas, Julia Méndez sostiene un hilo que atraviesa toda su producción: la tensión entre el impulso de expresarse y la dificultad de hacerlo. Entre la necesidad de tender un puente y el miedo a no encontrar del otro lado un destinatario. Esta tensión es el corazón de Querer acudir en silencio, una pintura que no narra una historia cerrada sino que invita al espectador a habitar esa misma ambigüedad, a reconocer sus propias capas interiores. En Julia Méndez, el color no adorna: cura, sangra, expone, salva.
¿Hasta qué punto podemos acallar lo que el cuerpo insiste en decir?

